En el proceso de respetar y cuidar nuestros cuerpos, la dieta debe ocupar un   lugar destacado. Una dieta vegetariana es especialmente beneficiosa a fin de   incrementar la claridad, la concentración y el planteamiento sutil que exige la   evolución espiritual.             
               
              Muchos de nosotros, criados en el mito de las proteínas, tememos   debilitarnos si no comemos un poco de pescado, de carne o de pollo. Pero este   mito lo podemos empezar a desacreditar si imaginamos a un elefante comiendo   hojas y ramas. De hecho, algunos de los animales más fuertes del mundo (incluso   famosos atletas) son vegetarianos estrictos. Cuando una persona descubre que en   su interior se está despertando su naturaleza espiritual, empieza a experimentar   muchos cambios. Uno de ellos es el desarrollo de una sensibilidad mediante la   cual su relación entre el cuerpo y el alma toma un nuevo significado e   importancia. La visión interior del alma le revela aspectos que antes no conocía   ni sentía. Sus energías sutiles se hacen muy tangibles y la persona se da cuenta   con mucha claridad si lo que ha ingerido su cuerpo es realmente saludable.              
               
              El desarrollo de esta sensibilidad normalmente forma parte de una   práctica espiritual. Cuanto más desarrolle una persona su capacidad de   introspección, cuanto más profundice en las leyes espirituales y medite, más   sensible se volverá hacia estos aspectos. La percepción de sustancias no   vegetarianas cambia, instintivamente prefiere verduras, cereales y frutas. El   cuerpo de cada persona tiene una sensibilidad propia que cuando la desarrolla de   la forma adecuada sabe lo que le sienta bien y lo que no.              
                           
          "La dieta   vegetariana es simple, sana, económica y sencilla" 
         
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