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Conciencia del alma y calidad de pensamiento Pensamiento y conciencia
Conciencia del alma Pensamiento y conciencia 2
Cuando cambiamos el mundo cambia Practica de la conciencia del alma
El concepto del ser Prestar atencion a las intenciones
Experimentar en nuestro laboratorio interior Recargar la bateria
Fortalecer la conciencia del alma Resolver los problemas y tratar con los obstaculos
Fortalecer la mente1 Retornar a las raices
Fortalecer la mente2 Soy un alma
La identidad verdadera Tomar control de nuestro interior
Los beneficios practicos de tener conciencia del alma Una nueva vision de los demas
Transformar las reacciones agresivas  
Crear una conciencia mas elevada  
 
 
Conciencia del alma y calidad de pensamiento
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Al parecer, el estrés que acompaña a la vida moderna habita en todos los rincones de nuestra conciencia y en todos los aspectos de nuestra vida. Muchas personas consideran que tener la capacidad de relajarse a voluntad es en sí misma una conquista. Hacer que la meditación sea una parte natural de nuestra vida, con sus beneficios prácticos, es la forma más profunda de relajamiento. En última instancia, no se trata de algo que hacemos, sino más bien de una forma de crear nuestro estado de ser. En los niveles más profundos de nuestra conciencia del alma la experiencia es que nuestros pensamientos son lentos y pacíficos, por tanto, el secreto de permanecer relajado en las situaciones prácticas de la vida diaria es asegurar que nuestra mente siempre tenga pensamientos de esa conciencia del alma.

El arte de la relajación no se encuentra en ejercicios o posturas físicas sino en la postura de nuestras mentes. En esencia, existen cinco niveles o calidades de pensamientos que podemos crear:

— Pensamientos necesarios, tales como: “No debo olvidarme de ir al supermercado hoy”, o bien, “Hoy tengo que retirar de la escuela a los niños a las 4 de la tarde”.

— Pensamientos inservibles, que implican preocuparme por cosas que probablemente no sucederán, y pensamientos acerca de otros que se propagan como chismes.

— Pensamientos negativos, que incluyen sentimientos de enojo, temor, duda, tristeza, lamento e inquietud. Los pensamientos negativos nos vuelven perezosos y consumen nuestra energía.

— Pensamientos positivos, que son afirmativos y focalizados, portadoresúnicamente de las mejores intenciones para nosotros y los demás.

— Pensamientos de la conciencia del alma que surgen de la verdad de quiénes y de qué somos, y requieren del esfuerzo de recordar y de recordarnos con amabilidad que somos almas eternas y que nuestra verdadera naturaleza es pacífica y amorosa. Cuando permanecemos conectados con nuestro verdadero estado de conciencia del alma, la energía que compartimos con los demás a través de nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes estará coloreada por la aceptación, el cariño y la compasión (sólo tres de las muchas expresiones que puede adoptar nuestro amor).

La recuperación de nuestra percepción del ser como alma, nos permite ver con claridad y liberarnos de cualquier pensamiento negativo o inservible. Esto requiere, al principio, una forma de vigilancia interna hasta que se establezca una percepción y un sustento natural de la conciencia del alma, y una vez más, aquí nos servirán de ayuda cualidades como la paciencia y la determinación serena.

Una vez que tomamos conciencia de los tipos de pensamientos posibles, entonces ya estamos en condiciones de monitorearlos y de saber en dónde desperdiciamos nuestra energía. Cuando reconocemos que hay un modelo de pensamiento inservible y negativo, desencadenado (no causado) generalmente por ciertas situaciones o personas, podemos interrumpir esa pauta y quebrar el molde del “pensamiento habitual”, transformando esta pérdida energética en algo más positivo.

Con el tiempo, después de adquirir mayor experiencia en ser conscientes del alma, se impondrán modelos de pensamiento positivo con una potencia que no podrá ser disminuida, a pesar de las situaciones o de las personas con las que nos enfrentemos.
 
 
Conciencia del alma
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En primer lugar, imaginemos lo que sería experimentar nuestro ser en su forma más elevada: el alma en su estado puro y original. Mediante la meditación y la contemplación interior podemos trasladarnos de una conciencia a otra, desde la limitada y mundana, denominada "conciencia corporal', a una más desarrollada, sutil y espiritual, la "conciencia del alma".

Básicamente, la conciencia corporal es un estado en el que nos hemos olvidado de nuestro núcleo interno de divinidad y estamos bajo la influencia de la percepción limitada de nosotros mismos basada en nuestro cuerpo, rol, actividades y posesiones entre otros factores externos.

En la conciencia del alma, ésta se siente distinta al cuerpo, mora en él, pero su naturaleza es diferente, un ser eterno de luz espiritual. En esta conciencia, también nos sentimos distanciados de toda la negatividad acumulada en el interior después de haber permanecido en la conciencia limitada y corporal durante un largo tiempo.

Permanecer en la conciencia del alma significa estar en la experiencia de nuestro estado original de divinidad. El alma se siente liviana, luminosa...¡libre de ataduras! En este estado, el alma dice con convicción: " Soy la forma de la paz, el amor y la dicha". Cuando esta experiencia empieza a impregnar la imagen que tenemos de nosotros mismos, nunca más volveremos a decir: " Me siento afligido, estoy furioso, soy desgraciado". ¿Por qué? Porque el sentido de la palabra "yo" ahora ha cambiado por completo.

¿Quién soy yo? En base a la experiencia de la conciencia del alma, siempre que usemos la palabra "yo", sabremos exactamente de quién hablamos. "Yo, el alma, soy un hermoso y dulce punto de luz pura". Cada uno puede tener esta misma experiencia y comprobar la diferencia que existe entre esta conciencia elevada y la conciencia mundana basada en el rol y las limitaciones del cuerpo.

"Soy un alma eterna, un hermoso punto de luz resplandeciente brillando en el centro de la frente". Cuando el alma vuelve a hacerse consciente de "quién soy yo", experimenta su sentido de identidad auténtico, recuperando el autorespeto elevado que le pertenece.
 
 
Cuando cambiamos el mundo cambia
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Al enfocarnos en nuestro propio espacio interior, podemos ir desarrollando conocimiento y claridad acerca de nuestra verdadera identidad. De esta manera podemos diferenciar lo que hacemos, es decir, nuestros roles, de lo que realmente somos. Así, al conocernos mejor, nos daremos cuenta de que la manera en que nos vemos a nosotros mismos influye sobre la manera en que vemos el mundo. Si cambio la visión de mí mismo, el mundo cambia.

Si quiero conocerme, debo aprender a observarme. Conocerme significa darme cuenta de que la forma en que me veo a mí mismo, influye en mi percepción del mundo que me rodea. Conocerme significa tomar conciencia de la diferencia entre cuerpo y alma, entre ser y humano, entre forma y contenido. Conocerme me permite retornar a la realidad de mi paz interior inherente y volver a experimentar amor genuino y espiritual hacia mí mismo y - como consecuencia - hacia quienes me rodean.

Siempre que sea posible, apartémonos aunque sea por tan sólo unos momentos, del mundanal ruido y enfoquémonos en nuestro interior. Es en el silencio de este viaje interior donde nos daremos cuenta de cuál es nuestra verdadera naturaleza original y qué realmente es la de un ser de paz: en paz con nosotros mismos y en paz con el mundo que nos rodea. A partir de este encuentro con nuestro ser verdadero, podemos proyectarnos hacia nuestras relaciones y responsabilidades, en nuestro hogar y en el trabajo.

Una experiencia que tendremos de forma natural es que al cambiar nuestra percepción de nosotros mismos, cambia nuestra percepción de los demás.

Empezamos a sentir y verles como almas, seres espirituales, interpretando sus diversos roles en esta obra ilimitada de la vida. Comprenderemos que también son en esencia seres de paz, de amor, aunque en muchos casos se han olvidado de lo que son. Al cambiar nuestra visión, nuestra actitud cambia, y en consecuencia lo hacen nuestras palabras y comportamientos. Podremos observar como la armonía se instaura como la base de nuestras relaciones con los demás. Cuando cambiamos, el mundo cambia...
 
 
El concepto del ser
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La falta de respeto tiene un impacto muy interesante en la situación global. La discriminación es un ejemplo de esto. En los países y entre países, ningún lugar está libre de ello.

Dependiendo de los grupos minoritarios o de la situación histórica, los afectados son diferentes, pero la semilla, la raíz, es la misma: Falta de respeto por la vida humana y falta de dignidad dentro del ser. Sin sentir la propia dignidad, ¿cómo podemos reconocer la dignidad de los demás seres humanos?

Si queremos tener un mundo en el que prevalezcan los derechos humanos y la dignidad, donde haya respeto entre los pueblos, el punto de partida ha de ser la persona humana. He de empezar por verme a mí mismo como un ser espiritual, el ser interior, porque si a lo que doy valor es al color de mi cabello, mi piel, mi idioma, mi trabajo o cualquiera de estas cosas externas, entonces de forma natural juzgaré y me compararé con los demás de acuerdo a estos criterios.

Cuando me veo como un ser espiritual, el punto brillante de luz dentro del cuerpo, no hay límites, ni ataduras ni problemas. No se trata de ser mejor que la persona de al lado, porque cuando me valoro como un ser espiritual automáticamente valoro a los demás de la misma forma. Ellos también son brillantes puntos de luz dentro de sus cuerpos, todos ellos son mi familia espiritual. En este estado me valoro a mí mismo pero no hay arrogancia ni ego. La conciencia de mi verdadero ser interior y el respeto hacia los demás se van totalmente juntos en paralelo. Es cuando faltan ambos que surge la discriminación.
 
 
Experimentar en nuestro laboratorio interior
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Para crecer humana y espiritualmente, necesitamos dedicar espacio y tiempo para explorar en nuestro ser y descubrir nuevas percepciones así como alcanzar mayor comprensión de los principios universales que hemos de respetar y seguir en nuestras vidas. Pero sobre todo, necesitamos experimentar nuestra naturaleza esencial y genuina de pureza y positividad.

Para ello necesitamos silencio y contemplación. Nuestro laboratorio interior sólo será efectivo cuando creemos este tiempo especial para desconectar de toda distracción externa y entremos en conexión con nuestro mundo interno.

Es preciso cambiar la actitud de dependencia de los estímulos externos para crear una sensación de bienestar o contentamiento en nuestro interior. Todos los estímulos externos sólo nos pueden ofrecer una satisfacción ilusoria y pasajera. La estabilidad verdadera sólo se puede generar desde el interior de nuestro ser, desde el silencio, a través de la conexión con nuestra verdad genuina.

En este proceso, abrirnos a la energía de Dios es fundamental, ya que sólo la fuente más pura y eterna de energía espiritual nos puede ayudar en florecer internamente. Podríamos comparar a Dios con un sol espiritual que irradia amor puro e incondicional y luz pura.

Estos son los ingredientes que el alma necesita para efectuar su particular proceso de fotosíntesis en el que puede absorber la información y el conocimiento e iniciar un proceso de transformación interna, fundamentalmente reciclar la negatividad y el desperdicio acumulados y desarrollar las virtudes divinas.

A la vez puede liberar el oxígeno de las vibraciones puras y positivas que el mundo necesita de forma crítica. Para experimentar en el laboratorio con precisión necesitamos paciencia e introspección. Los frutos que obtenemos en nuestro laboratorio interno no se recogen de forma inmediata, sin embargo serán los más dulces y hermosos: la paz interior, la sabiduría y el contentamiento son algunos de ellos.

Necesitaremos cambiar también la actitud de queja y de culpabilizar a factores externos o personas como responsables de nuestra situación y estado y desarrollar la convicción y la fe de que tenemos potencial y recursos para solucionar todas nuestras dificultades. El laboratorio se basa en el poder del silencio, la reflexión y el pensamiento profundo. Sugerimos el siguiente tema para iniciar una sesión en nuestro laboratorio interior: Dedicar un tiempo en soledad a reflexionar en profundidad sobre las siguientes cuestiones:

- ¿Qué valores son los que sustentan mi vida? ¿Qué valores son esenciales y fundamentales para mi felicidad y por tanto debo respetarlos y vivirlos? - ¿Cómo y en base a qué me valoro a mí mismo? ¿Cuáles son, en este momento, mis fuentes de auto-estima y auto-valoración?

Como se ha mencionado anteriormente, el silencio interior es fundamental, pero conviene clarificar que se trata de un silencio positivo, un silencio lleno con la actitud de humildad y aprendizaje, apertura a lo nuevo y al cambio. Un silencio de estudio y progreso.

Experimentemos en nuestro laboratorio interior y fortalezcamos nuestra conciencia: ésta es una de las claves para la felicidad estable y duradera.
 
 
Fortalecer la conciencia del alma
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La afirmación de que nuestra verdadera identidad es un alma eterna e imperecedera es fácil de comprender en la esfera de lo intelectual. Sin embargo, la realidad es que a muy pocos les resulta fácil experimentarse como almas, ya que durante mucho tiempo nuestro hábito más profundo ha sido el de identificarnos con todo lo que no somos, comenzando por nuestro propio cuerpo, y con cualquier cosa que hagamos o a la que nos apegamos.

Si creemos que somos nuestra nacionalidad, nos apegamos a nuestra identidad nacional y a todo lo vinculado con ella. Como consecuencia, si alguien insulta a nuestra nación, de inmediato sentimos irritación o incluso cólera. En la siguiente ocasión en que vemos a esa persona, quizás experimentemos temor, tensión o enemistad en su presencia porque recordamos lo que dijo y nos preocupa que pueda repetirlo.

En cuanto nos identificamos erróneamente con algo, nos transformamos en esclavos emocionales de las personas y acontecimientos. Llegar al estado de conocimiento en el que somos conscientes de nosotros como almas requiere, por lo tanto, que nos desapeguemos y des-identifiquemos.

Desde un punto de vista puramente espiritual, cuando nos aferramos en nuestra conciencia a cualquier cosa es como si perdiéramos nuestra libertad debido al objeto de ese apego. Si contempláramos a nuestro ser en el instante del apego, veríamos que lo perdemos en el objeto de ese apego. Por esa razón, el desapego y el distanciamiento son esenciales si queremos ser libres para amar y cuidar de los demás, y ser capaces de discernir y decidir qué forma debería asumir ese amor.

Cuando nos apegamos a un objeto o a una persona, es la acción mental interna de esa actitud la que se transforma en la semilla del temor a la pérdida, al daño o al cambio; es este temor el que luego conduce a otras emociones y actitudes que consumen la vida tales como la ira, la envidia, los celos, el orgullo, etc. y cuando cualquiera de estas emociones está presente, no es posible sentir amor por los otros o tener una naturaleza humanitaria.

El estado natural del alma es de amor, desapego y libertad internos. Estas cualidades merecen ser exploradas en la meditación, para saborear todo el bienestar y armonía que alcanzamos cuando vivimos las tres de forma equilibrada.
 
 
Fortalecer la mente1
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Para sanar nuestra mente necesitamos pensar acerca de nosotros mismos como un ser espiritual, un alma, y rescatar la mente de la negatividad y conflicto del mundo exterior. Como una de las facultades del alma, la mente se puede convertir en un factor valioso y creativo para sanarnos.

Debido a la conciencia limitada, basada en una visión de nosotros mismos condicionada por nuestro aspecto físico, el rol que interpretamos, las condiciones externas en las que vivimos y nos movemos, entre otros factores, nuestra mente genera pensamientos influenciados por el ego, reaccionando mediante emociones negativas a lo que los demás dicen o hacen.

A menos que alineemos nuestra mente con nuestro ser espiritual, no tendremos control sobre lo que sentimos, sino que permaneceremos a merced de las otras personas o las circunstancias. Puede que empecemos el día sintiéndonos bien, pero una palabra errónea o alguna mala noticia puede cambiar eso rápidamente. Es como si hemos perdido todo nuestro autorespeto y hemos olvidado nuestra dignidad espiritual.

Al alinear la mente con el alma, desarrollamos poder en la mente. Poder en el sentido de una fuerte auto-determinación y la capacidad de pensar, sentir y actuar de acuerdo con nuestros principios más elevados. Cuando unimos la mente con el alma nuestros sentimientos puros de amor y paz emergen, primero en nuestros pensamientos, después en las palabras y las acciones.

La conexión alma-mente da como resultado sentimientos positivos, creatividad y acciones basadas en el amor.
 
 
Fortalecer la mente2
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Cuando la base de nuestros pensamientos es el amor, éstos se llenan de poder curativo que se manifiesta a través de la conexión mente-cuerpo o a través de las relaciones. Por el contrario, cuando la mente está desconectada de la conciencia espiritual se atrapa en el ego con todo su potencial de miedo y negatividad, que afecta de forma adversa nuestra salud y relaciones.

Para fortalecer la mente debemos prestar atención a nuestros pensamientos y actitudes, tratando siempre de que éstos sean pacíficos y llenos de sentimientos puros. Cuando manejamos tales pensamientos nos hacemos conscientes del alma y rompemos el ego de la conciencia limitada.

El miedo nos separa del amor y el ego nos aleja de todo lo que es divino. Para liberarnos del miedo y del ego, la principal ayuda proviene de esa fuente eterna de amor puro e incondicional, el Ser Supremo, Dios, el Océano de la Paz y del Amor. La meditación nos ayuda a establecer esta conexión espiritual, visualizando el Ser Supremo como una estrella de luz espiritual, que irradia un amor incondicional y una paz y pureza ilimitadas.

La 1 contemplación y absorción en la experiencia de "Yoga" o unión con el Ser Supremo, nos capacita a llenarnos de poder y fortaleza espiritual, nuestra mente se refresca y revitaliza, nuestro estado espiritual se eleva y nuestra conciencia se purifica.

A fin de desarrollar y concentrar el poder de nuestros pensamientos y sanar el espíritu, debemos también permanecer desapegados y desinteresados hacia los temas mundanos que escapan de nuestro control. Debemos intentar cumplir con nuestras responsabilidades manteniendo liviandad y preservar la felicidad bajo todas las circunstancias. Por encima de todo, permanecer dulces, humildes y llenos de amor, y ser verdaderos en pensamientos, palabras y acciones.
 
 
La identidad verdadera
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Es esencial des-identificarnos de nuestros roles para permanecer en un estado de positividad y auto-respeto. Desprenderme de la conciencia de mi rol no quiere decir desprenderme de mi responsabilidad, sino cumplirla más efectiva y positivamente.

Al soltar mi identificación, también puedo llevar a cabo transiciones fáciles y armoniosas entre los diferentes roles que interpreto, al no identificarme en exceso con ninguno de ellos. Al desidentificarme de mis roles y etiquetas estoy más libre para crear un espacio que permita que reemerjan mis cualidades internas y para encontrar las cualidades apropiadas y fortalezas necesarias adecuadas para los diferentes roles que necesito interpretar.

Así que, ¿cuál es mi verdadera identidad? Mi verdadero ser es intangible e invisible y es el que interpreta y da vida a todos esos roles, pero diferente a los mismos. Los roles son mi creación, yo soy el creador. Necesitamos distanciarnos en nuestra mente por unos momentos de todos los roles y actividad y crear pensamientos puros y positivos que nos permitan conectar con nuestra verdadera esencia.

Soy luz. Soy paz. Soy un ser de luz y de paz. Soy un alma, un ser espiritual. Este cuerpo físico es mi instrumento, mi vehículo. Mi esencia es paz… es amor… es armonía… es silencio. Experimentemos estabilizando por unos momentos nuestra mente en estos pensamientos.

Los pensamientos puros y concentrados son la llave que nos abre la puerta de la experiencia de mi identidad verdadera. Sólo necesito crear los pensamientos, enfocarme y concentrarme en ellos, y la llave hará su función.
 
 
beneficios practicos de la conciencia del alma
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¿Cómo nos puede ayudar a mejorar nuestra actitud con nosotros y con los demás tomar conciencia de que somos un alma, un ser espiritual? Uno de los hábitos más poderosos que adquirimos tempranamente en la vida es compararnos con los demás, mirándonos bajo la luz de lo que consideramos que son sus méritos o debilidades. Esta actitud puede hacernos caer con facilidad, en un sentimiento de desesperanza, autocrítica y falta de autoestima, o insinuarnos sentimientos de superioridad, donde el ego se convierte en crítico de los demás.

A través de la experiencia de la conciencia del alma, se produce una sensación directa de las cualidades innatas del alma (paz, amor, poder) y cuando advertimos que esos atributos espirituales siempre están presentes dentro del ser, reconocemos nuestro propio valor y dejamos de compararnos con los demás; ello sana los hábitos de autocrítica y de denigración personal que tantos de nosotros aprendemos en nuestra etapa formativa. Toda duda y limitación personal es poco a poco reemplazada por el verdadero sentido de lo que valemos y por una fe más profunda en el ser. Sin embargo, este proceso de curación del hábito de autocrítica, formado a lo largo de nuestra vida, puede llevar un tiempo; una vez más, es importante tener paciencia.

Cuando comprendemos y experimentamos que somos eternos, seres de luz, espíritus imperecederos, nuestra imagen y percepción de los demás también cambia. Los encontramos más semejantes y el resultado es un sentimiento de que formamos parte de una gran familia, una hermandad de almas.

1 Nuestra imagen espiritual influye profundamente en nuestra respuesta a los demás, en especial cuando ellos se convierten en algo negativo para nosotros. Al gozar de conciencia del alma, vemos más allá de los colores de la piel y de los sistemas de creencias.

Allí, en donde previamente habríamos devuelto la negatividad y finalizado en una discusión acalorada, nuestra toma de conciencia y la capacidad de obtener nuestra paz y positividad, combinadas con nuestra percepción del otro como alma, nos ayudan a transformar la situación. Ahora comprendemos que las personas son responsables de sus propias emociones negativas.

Lo que provoca su temor o enojo es el síntoma de su errónea identificación con el cuerpo o con alguna forma de apego (probablemente a una falsa y antigua imagen propia). En lugar de vengarnos, permanecemos en contacto con nuestra propia paz interior, comprendemos que los otros están sufriendo debido a la misma ignorancia de su verdadera identidad que nosotros alguna vez padecimos, y humildemente les extendemos la mano para ofrecerles perdón, amistad e iluminación. No podemos obligarlos a que la tomen, pero al tender nuestra mano les expresamos que los valoramos y respetamos como espíritus afines, a pesar de sus conductas. De esta forma, podemos construir confianza y armonía, y transformar nuestras relaciones.
 
 
transformar las reacciones agresivas
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Si alguien se enfada contigo, permanece en silencio y haz el siguiente ejercicio: Imagina que en el centro de la frente de la persona enfadada brilla un punto de luz, una pequeña estrella resplandeciente. Esto te ayudará a enfocar tu atención en otra dirección y tus emociones se calmarán.

Después piensa que tú también eres una estrella brillante y que estás esparciendo vibraciones de paz hacia esa persona. Observa, practica y verás el resultado. Incluso esta situación puede convertirse en un momento de paz y aprendizaje.

La persona sensata sabe que enfadarse con alguien es perder el tiempo y la energía y después hay que esforzarse mucho para reconstruir esa relación. Es mucho más útil respirar profundamente, enfocar la atención en nuestro comportamiento y responder sin apresurarnos. Así mejoramos y fortalecemos las relaciones con los demás, generamos más confianza e inspiramos con nuestro ejemplo: mostramos que es posible responder de otra manera, con una actitud positiva y constructiva.

Muchas veces de un grano de arena creamos una montaña. Si el objetivo que mantenemos es preservar nuestra paz interior, entonces convirtamos una montaña en un pequeño grano de arena.
 
 
Obstáculos en el camino
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Los obstáculos son inevitables.
Así pues no te inquietes:
Cualquier forma de preocupación merma tu fortaleza.
Nunca consideres difícil una situación.
Nunca preguntes "¿Por qué ha sucedido esto?".
Nunca sientas que estás solo.
Recuerda:
Dios siempre está contigo,
Dios te ofrece apoyo.
Dedícale un tiempo al silencio.
El silencio detiene la confusión,
y tu poder se restablecerá.
Muchos obstáculos se generan
debido a tus propios errores.
No te conviertas en el obstáculo
de otros debido a los tuyos.
 
 
crear una conciencia mas elevada
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Practicar pensamientos puros
Soy lo que pienso. La mente está constantemente ocupada en el proceso de crear pensamientos, de modo que es prácticamente imposible tener una mente viva y vacía. Indudablemente, todo mi mundo ha sido creado por mis pensamientos. Algunas veces los resultados de estos pensamientos se manifiestan inmediatamente, y otras veces transcurre mucho tiempo hasta que se expresan en la práctica. Sin embargo, es un hecho que los pensamientos acaban por hacerse realidad cuando se pone en ellos energía y atención constantes.

Mis pensamientos son la base de todas mis acciones. Si me veo forzado a pensar, y pensando creo el mundo que me rodea, negativo o positivo según sean las acciones negativas o positivas, ¿no sería sensato de mi parte tener pensamientos más puros y elevados de manera que el mundo que yo cree corresponda a esa calidad pura, noble y elevada?¿Y qué es un pensamiento puro? ¿Son puros todos los pensamientos por el simple hecho de ser pensamientos? Un pensamiento puro es el que está libre de todos los vicios, tales como la soberbia, el odio, el orgullo, los celos, la codicia y la ira.

Cuando un pensamiento puro se convierte en acción enriquece tanto al creador como a la creación. Un pensamiento puro es la energía que se crea en el más alto nivel de respeto por sí mismo, pero esta energía se proyecta más allá del propio ser y eleva todo lo que toca. Los pensamientos puros son raros, como lo evidencia el mundo que he creado a mí alrededor. La contaminación reinante en todos los ámbitos muestra la impureza presente en el proceso de creación de pensamientos.
Considera los problemas como oportunidades

Cuando se presenta un problema, ¿me atemoriza o lo veo como un desafío? Algunas veces el mundo entero parece un problema; otras veces necesito crear problemas de tal manera que pueda mantenerme ocupado. Un problema sólo es tal cuando lo llamo problema. Una situación es tan difícil como yo quiero que sea. Las dificultades y las decepciones son acontecimientos que me conducen a la madurez. Después de todo, la sabiduría no llega necesariamente con la edad, sino que es un regalo de la experiencia.

Tiendo a imaginar que mis problemas son más grandes y más importantes que los de los demás. De hecho, sentir que mi problema es peor que el tuyo y que, por lo tanto, debes tenerme consideración, es una forma sutil de soberbia. A veces estoy tan confundido y tan deprimido que no puedo ver de manera clara cómo salir de un problema dado, y el resultado es que crecen el miedo y la tensión. Me vuelvo irritable y siento lástima hacia mí mismo. En ese estado mental, el más pequeño obstáculo se hace enorme. Sigo huyendo de las situaciones que considero desagradables y, cuanto más huyo del problema, más difícil es resolverlo.

Las leyes eternas Todo lo nuevo necesariamente envejece. Todo pasa por este proceso. Miro hacia el pasado. En un segundo o menos, mis pensamientos me llevan a un lugar lejano tanto en el tiempo como en el espacio. Por un momento, recreo las escenas del pasado para luego regresar al presente con una sonrisa en el rostro.

Pero rápidamente cambia mi sonrisa y suspiro cuando me doy cuenta de cuán diferente es el presente. ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué no puede seguir igual? Hay una ley sencilla que afirma que “todo lo nuevo necesariamente envejece”. Siempre es bueno conocer las leyes. Tal vez piense que no tienen mucho sentido, tal vez incluso esté en desacuerdo con ellas. Sin embargo, algunas leyes no se pueden cambiar, de modo que aprendo a vivir con ellas y a observarlas. De nada sirve preguntarse por qué, cómo, cuándo o dónde. Lo importante es comprender las leyes de la vida y sacarles provecho. Existen tres leyes

inmutables que hay que recordar:
1. Lo que se siembra, se cosecha.
2. Todo lo nuevo envejece.
3. Lo que no se usa se pierde.
 
 
Pensamiento y conciencia
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Cuando apreciamos las cosas debidamente, vemos cómo nos hemos dejado dominar por situaciones que desencadenan pensamientos o resultados. Ciertamente, en la vida existen numerosas presiones: plazos, cuentas, responsabilidades... Pero muchas otras presiones son imaginarias y podríamos prescindir perfectamente de ellas.

Cavilar demasiado sobre el pasado («Si hubiese estado ahí podría haber evitado tal o cual cosa») o fantasear acerca del futuro («Cuando consiga más dinero – o tiempo, posición, respeto, etc. – podré hacer esto o aquello») refleja incomprensión respecto a cómo trabaja nuestra conciencia y cómo, adaptándonos a su modo de trabajar, nos fortalecemos.

Así como el hecho de pensar en posibilidades pasadas o futuras crea presiones internas totalmente innecesarias, la falta de percepción sobre el presente también puede conducir a un mundo de pensamientos inútiles y negativos. Enumerar los defectos ajenos, tratar de imaginar sus motivos, dudar de uno mismo y un sinfín de otras distracciones son actividades de la conciencia que pueden enturbiar nuestra visión e impedir que progresemos en el camino de lograr respuestas más eficaces en nuestra vida.

Necesitas ampliar nuestra perspectiva y profundizar nuestra comprensión. Necesitamos generar una conciencia elevada para elegir un tipo de respuestas diferentes y más eficaces ante las situaciones de la vida. Una de las maneras de hacer esto es profundizar en nuestro ser y enfocarnos en los sentimientos más puros y elevados de amor, poder espiritual, alegría o cualquier otro que sea necesario para responder ante esa situación en particular, y conservar ese sentimiento vivo en la mente.

En vez de esperar que las situaciones nos brinden siempre un beneficio personal, podemos cambiar nuestra actitud y mostrarnos dispuestos a brindar un beneficio en todas las situaciones. Esta actitud crea un poderoso ambiente espiritual. Cuando hay expectativas siempre existe la posibilidad de la decepción. La actitud de brindar un beneficio significa terminar con la frustración.
 
 
Pensamiento y conciencia 2
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Una de las áreas más importantes a considerar en la vida humana es la de las relaciones. De éstas, la primera y más fundamental es la que tengo conmigo mismo. ¿Cuánto me conozco a mí mismo? ¿Soy mi propio amigo? Si pienso sobre la última semana o mes, ¿cuántas de mis reacciones fueron inesperadas o descontroladas?, ¿cuántas me dejaron perplejo, confundido o incluso deprimido? Si ha habido alguna de tales situaciones, es una indicación de que todavía quedan cosas en lo profundo de mi interior que no he descubierto o con las que no he tratado.

Normalmente, un amigo es alguien con cuya compañía disfruto, hacia quien hay amor y de quien se obtiene algún beneficio. Pero, ¿soy un amigo de mí mismo? Si no es así, puede ser sencillamente porque no conozco mis propias profundidades.

La puerta que abre el camino al mundo del conocimiento espiritual y a la inculcación de las cualidades positivas es la conciencia “yo soy un alma eterna”. Si comprendo y experimento sus implicaciones puedo calmar mi mente intranquila y crear la estabilidad necesaria para absorber espiritualidad y poder. Puedo canalizar el potencial positivo que hay dentro de mí, del mismo modo que cuando se canaliza apropiadamente un río, éste provee agua para la vida de muchos.

Es obvio que tengo que pasar gran parte de cada día involucrado en situaciones que nacen de mis papeles, rutinas, responsabilidades y relaciones. Si no soy cuidadoso, estos mismos aspectos de mi vida en el mundo pueden absorber totalmente mi energía, como una batería que se descarga. Necesito encontrar tiempo para recargarme. La paz y la felicidad que requiero internamente, vienen de comprender y conocer el ser.

Concentrándose en el átomo, los científicos han sabido liberar el poder que hay dentro de él. De forma parecida, concentrándome amorosamente en el alma y en su unión eterna con el Alma Suprema, puedo liberar todo mi propio potencial y poder puro.

Necesito crear espacios de tiempo durante el día para conectar con mi propio ser, desde la experiencia del silencio interior, sentir y experimentar la presencia de esa energía pura e incorporal que es el alma. Y abrirme a la presencia del Ser que es la fuente ilimitada de luz, poder y fortaleza espiritual. Así elevaré mi nivel de conciencia y liberaré el maravilloso potencial espiritual que yace en mi interior, con el consecuente impacto positivo en mi vida.
 
 
Practica de la conciencia del alma
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Cuando nos consideramos un ser espiritual, un alma que se expresa a través del soporte del cuerpo físico, se produce un profundo y beneficioso cambio de conciencia.

Algunos pensamientos que nos ayudan a experimentar nuestra identidad espiritual son: Soy un alma y tengo un cuerpo. Soy un ser nofísico, eterno y con la capacidad de trascender las limitaciones del mundo físico. Me expreso de diferentes maneras a través de mi cuerpo, pero tengo una existencia no limitada al mismo. Es decir, el cuerpo constituido por átomos y moléculas de materia, tiene una naturaleza temporal, pero no así yo, el alma, el ser espiritual. Mi naturaleza es eterna, soy un ser de luz espiritual, nofísico.

Diversas imágenes nos pueden ayudar a fortalecer la conciencia de que yo, el alma, soy distinta de este cuerpo físico. El conductor y el coche son dos aspectos diferenciados. Ser un buen conductor requiere gran atención y la habilidad de usar el acelerador, los frenos, las marchas y el volante con precisión, a fin de estar plenamente en control del vehículo y evitar colisiones.

De la misma forma, a medida que nos movemos por la vida, necesitamos mantener en orden nuestras facultades mentales y físicas. Si usamos nuestros pensamientos y sentidos de la manera correcta, nos servirán bien, y nos llevarán a donde elijamos. Si permitimos que nos controlen, sin embargo, es posible que se produzcan accidentes. Cuando somos conscientes de nosotros mismos como un alma, y nuestro cuerpo como un vehículo a través del cual experimentamos la vida, estamos en una posición mucho mejor para interpretar y valorar nuestras experiencias que si nos identificamos con el cuerpo.

Por ejemplo, cuando miramos a través de nuestros ojos, no necesitamos absorber todas las imágenes e informaciones que nos llegan. Podemos elegir absorber lo que nos pueda ser de utilidad, y no registrar las imágenes que nos distraigan. Nuestro viaje se va a desarrollar con más seguridad actuando de esta manera, en contraste a cuando nuestros sentidos son atraídos constantemente hacia diferentes direcciones.

Queremos usar nuestros sentidos de forma positiva, como su amo, de manera que nos ayuden a generar un estado de ánimo satisfactorio, que nos conduzca a la benevolencia, la verdad y la armonía, en lugar de la autocomplacencia y el conflicto.
Entonces el riesgo de colisionar con otras personas se reducirá.

Como conductores de nuestro vehículo, el cuerpo, también aprendemos a controlar los sentimientos que se expresan a través de los ojos y de las palabras. Cuando tales sentimientos se mantienen positivos, llenos de consideración y respeto, eso también favorece que nuestro viaje sea tranquilo y agradable.

Cuando permanecemos alertas y conscientes de esta manera, nuestras acciones nos acercan a nuestra verdad y somos capaces de compartirla con aquellos que nos rodean. Cuando perdemos la conciencia aunque sea por un momento, hay peligro. Si erupcionan los malos sentimientos y se expresa la negatividad, se plantan las semillas del conflicto y se desperdician el tiempo y la energía.

Ofrecemos ahora unos pensamientos para experimentar como una meditación:

Sentado tranquilamente, visualizo mi identidad eterna, el ser de luz, el punto de conciencia, en el centro de mi frente… Me doy cuenta de que yo soy el ser al mando de este vehículo físico, el cuerpo… Soy el ser que posee conciencia… Creo el pensamiento de paz en mi mente, con el entendimiento de que la paz es mi estado natural… Permito que este pensamiento llegue a lo profundo de mi ser, de manera que conecto con la paz que hay en mí…

A medida que miro hacia el mundo, comparto esta paz… A través de mis ojos, transmito rayos de luz y de paz… Yo, como el conductor de este vehículo, en la conciencia de ser el dueño de mis sentidos, decido que las palabras que usaré serán benevolentes y pacíficas… Y las acciones que realizaré serán un medio para compartir la paz que estoy experimentando.
 
 
Prestar atención a las intenciones
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Un cambio personal positivo se inicia en nuestra conciencia. Responsabilizarse personalmente de los pensamientos, palabras y acciones es tomar el control del volante y poner el proceso de cambios en movimiento.

De esta manera conduciremos nuestros pensamientos hacia la dirección precisa y valiosa; frenaremos las palabras hirientes antes de emitirlas; sabremos cuándo “hacernos a un lado” para evitar “chocar” con otro; y mantendremos el motor en funcionamiento de forma consistente para que la batería se mantenga cargada mediante acciones puras, realizadas sin esperar nada a cambio. Cuando prestamos atención a las motivaciones y a las intenciones, el motor funciona sin problemas y recorremos un mayor kilometraje en términos de progreso y resultados.

Es necesario hacer un examen rutinario. Las diferencias entre las intenciones positivas y las negativas son sutiles y a veces difíciles de detectar. La costumbre de ver y hablar sobre los defectos de los demás, por ejemplo, a veces es consciente y a veces no lo es.

De hecho, el hábito puede estar tan arraigado que ni siquiera advirtamos que estamos teniendo pensamientos inútiles sobre las debilidades de los demás. A menudo, tales pensamientos son las semillas de los chismes. Estos tienen un efecto directo o indirecto no sólo en la persona de la cual se habla, sino también en los chismosos. Aunque esta conducta se pueda defender como inocente, las huellas dejadas por las intenciones negativas se vuelven más profundas y deterioran el ambiente.

Otras formas de intenciones negativas incluyen el demostrar que uno tiene razón reprimiendo a los demás; manipularlos, aunque sea sutilmente; esperar el respeto de los demás sin respetar o depender de otros debido a la propia imperfección o inseguridad interna.

Aun cuando algunas de estas motivaciones pueden ser claramente evidentes para uno y para los demás, otras intenciones pueden estar ocultas incluso para uno mismo y requieren de un examen profundo para detectarlas, entenderlas y cambiarlas.

Las intenciones positivas, por otro lado, se pueden reconocer cuando, de forma natural y espontánea, respetamos y beneficiamos a los demás; apreciamos la originalidad y las cualidades de todos y les damos la libertad de ser ellos mismos. Incluso cuando debamos decir palabras que puedan percibirse como una medicina amarga, como opinar sobre una conducta inapropiada o sobre algo que pueda afectar la vida de alguien, las palabras se pronuncian directa y honestamente, con humildad y con consideración hacia la sensibilidad del otro.

Cuando se trata con dignidad y respeto al receptor de la opinión, se le escucha con empatía y se le implica en las decisiones sobre los cambios, el diálogo se puede experimentar como algo positivo, que abre las puertas a la oportunidad y da a esa persona la experiencia del logro. Las intenciones positivas fortalecen al instrumento o al emisor de esta información para que permanezca “limpio” y “directo”, incluso cuando da un mensaje delicado.
 
 
Recargar la bateria
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Nuestros pensamientos son nuestra propia creación. Si lo decidimos, podemos conseguir que nuestra conciencia limitada de cuerpo se desvanezca y guiar nuestros pensamientos hacia la conciencia de nuestra identidad eterna.

Usando el poder de nuestra mente accedemos a las cualidades interiores de paz y positividad que corresponden a nuestra naturaleza original, pero que han sido ensombrecidas por las formas de pensar y actuar limitadas y materialistas en exceso. Redescubrimos los sentimientos benevolentes – una buena voluntad natural – vinculados a esas cualidades positivas. Los sentimientos, a su vez, influencian de forma positiva nuestro comportamiento. Cuanto más profunda es la experiencia, mayor el efecto. A medida que la mente y el cuerpo se van recargando, como una batería, con este poder positivo, se desarrolla un resplandor natural de amor y felicidad.

Además, nuestro comportamiento influencia nuestra meditación. Si actuamos de forma que nuestros actos estén alineados con nuestras cualidades internas – con nuestro verdadero ser – seremos capaces de experimentar fácilmente esas cualidades, cuando y donde elijamos. Gradualmente, a medida que desarrollamos la confianza necesaria para desprendernos de las tendencias egoístas, y nos volvemos lo suficientemente sabios como para reconocer y comprender esas tendencias en los demás, aprendemos a permanecer verdaderos hacia nuestro ser mientras estamos involucrados en las acciones y las relaciones.

La meditación y la vida están entrelazadas. No es posible separarlas. De acuerdo a la calidad de nuestros pensamientos así serán nuestras acciones, y la calidad de nuestras acciones retroalimenta nuestros pensamientos.

Cuando realmente comprendemos esto, queda claro que la forma correcta de vivir es casar ambos aspectos dentro de nuestra vida, y hacer esto aquí y ahora.

Las acciones realizadas en base a una conciencia negativa, sin amor, nos han conducido a una existencia carente de significado, provocando sentimientos de dolor y vacío en muchos corazones. Por otro lado, las prácticas devocionales o meditativas realizadas desde el aislamiento y que no se reflejan en nuestras acciones, han resultado en un divorcio entre la espiritualidad y la realidad, y han sido incapaces de influenciar la vida de una manera correcta.

Lo importante y deseable es conseguir que nuestra conciencia sea capaz de disfrutar de toda la riqueza de una vida de compromiso e implicación en el mundo, pero impulsada por la energía y el poder espiritual que la meditación puede proporcionar.

 
 
Resolver los problemas y tratar con los obstaculos
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El truco para resolver problemas es llegar a la raíz del problema antes incluso de que éste se evidencie. Esto requiere virtudes tales como objetividad, claridad y sinceridad pues la solución de todos los problemas es la verdad. Verdad significa tu
espiritualidad, es decir, tu esencia, la forma en que algo es antes de que se añadan actitudes y opiniones.

Esta verdad te acercará más a Dios, y Su influencia pura te permitirá percibir fácilmente la esencia de cualquier problema. Trabajar en un problema a nivel de su esencia es una experiencia hermosa.

Esta belleza tiene un efecto transformador, no sólo sobre ti y el problema, sino también sobre aquellos que causan problemas. Cada día deberías preguntarte a ti mismo cuánto has pensado sobre ti en tu forma esencial, es decir, como un ser espiritual, un hijo eterno de lo Divino.

Con ello no sólo expandirás tu conciencia, sino también incrementarás tu belleza espiritual. Y de ese modo te resultará fácil resolver problemas. Los obstáculos son inevitables, así pues no te inquietes:
cualquier forma de preocupación merma tu fortaleza.
Nunca consideres difícil una situación.
Nunca preguntes “¿Por qué ha sucedido esto?”.
Nunca sientas que estás solo.
Recuerda:
Dios siempre está contigo,
Dios te ofrece apoyo.
Dedícale un tiempo al silencio.
El silencio detiene la confusión y tu poder se restablecerá.
Muchos obstáculos sobrevienen debido a tus propios errores.
No te conviertas en el obstáculo de otro debido a los tuyos.
 
 
Retornar a las raices
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Las raíces son el cimiento oculto, la base. Todo cimiento está oculto pero, aunque no se ve, sostiene toda la estructura. Ya sea nuevo o viejo, feo o hermoso, un edificio requiere cimientos sólidos para permanecer en pie.

También un ser humano posee cimientos invisibles. La estructura visible de la vida humana el cuerpo, las palabras y las acciones posee en sus raíces una energía sutil. El proceso llamado “muerte” ocurre cuando esta energía sutil abandona al ser humano. Hay una boca, pero no hay palabras; hay ojos, pero no ven; hay cuerpo, pero sin movimiento. La estructura permanece, pero el cimiento se ha ido. El cimiento de la vida humana no es material.

Mientras no examinemos las raíces de nuestra existencia humana no podremos empezar a comprendernos y cambiar. La psicología ha intentado llegar a estas raíces y nos ha ayudado a comprender el mundo interno de nuestros procesos conscientes y subconscientes. Sin embargo, para conocernos verdaderamente
debemos regresar a la semilla.

Para los seres humanos, la semilla son los pensamientos. Los pensamientos brotan del alma, un foco de energía no material, eterna en forma e identidad. El alma no está sujeta a cambios como lo está el cuerpo. El alma, que no pertenece al mundo material, es la base de la conciencia; este receptáculo viviente, no físico, contiene nuestra personalidad, nuestros pensamientos, nuestros deseos y nuestras emociones.

Así como la semilla de un árbol guarda en su interior su imagen, hasta que las condiciones apropiadas le permiten manifestarla, el alma contiene en su interior la imagen de la personalidad individual, que se manifiesta a través de la acción.

En un sendero espiritual intentamos alcanzar lo que hay de eterno en la personalidad humana. Fuera de la negatividad que hemos acumulado en el interior, nuestra naturaleza básica es pura. El alma es decir, el verdadero yo no es pecadora en sus orígenes: es originalmente buena. El sendero espiritual nos lleva a experimentar esta bondad original. Cuando se experimenta esta preciosa energía, la conciencia resurge con ímpetu. Esta irrupción de la conciencia se conoce en la historia como «iluminación». La iluminación es el salto hacia una nueva percepción que nos da confianza y esperanza. La vida es entonces más real y, en consecuencia, más plena de felicidad. Nos vemos renovados.
 
 
Soy un alma
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El primer paso en el camino del conocimiento espiritual es comprender y experimentar “quién soy yo”. Ello implica darnos cuenta de la diferencia entre el soporte material (el cuerpo) y el ser viviente que lo anima y se expresa a través de él (el alma). Yo soy el alma, el ser de luz, que reside en el centro de la frente, y que opera y se expresa a través del instrumento del cuerpo físico. La forma del alma es la de un punto de luz. Yo, el alma, en el estado de auto-soberanía, soy quien gobierna mis pensamientos y sentimientos, así como las acciones que realizo a través del cuerpo.

A continuación ofrecemos un ejercicio de meditación con el que experimentar la forma y cualidades del alma. Enfocándonos y concentrándonos en los pensamientos que siguen a continuación podremos experimentar el estado de la conciencia del alma.

Ahora aparto la atención de mis órganos físicos... mantengo los ojos abiertos... mi cuerpo está tranquilo. Centro la energía mental en mí mismo... en el ser interior... a medida que disminuye la atracción que sobre mí ejercen los pensamientos referentes al mundo exterior... empiezo a tranquilizarme.

Estoy pensando, recordando y observando mi ser original... Soy un punto de luz... un punto de energía viviente y consciente... la energía vital que infunde fuerza al cuerpo.

Soy una luz inmaterial... un alma eterna... que piensa, decide, actúa, observa y recuerda... Realizo acciones a través de este cuerpo... Observo los resultados de mis acciones... Yo soy el actor, mi cuerpo es el disfraz. Yo soy el conductor. Mi cuerpo es el vehículo.

Me concentro en este único pensamiento... el de ser un punto de energía vital... de brillante luz... a medida que mis pensamientos se centran me lleno de poder... Me vuelvo ligero... como si flotara... y experimento una profunda e intensa paz... Siento una absoluta paz.
 
 
Tomar control de nuestro interior
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La meditación nos ofrece poderosas herramientas mediante las cuales podemos mejorar nuestro carácter. Esto es debido a que practicando la meditación, aprendemos a no reaccionar simplemente a los estímulos externos, sino que desarrollamos la habilidad de observar qué es lo que sucede en la mente y ejercitamos la capacidad de crear pensamientos de mayor calidad.

Hacemos esto a través del intelecto. El intelecto toma las riendas de la mente y elige la dirección de los pensamientos. Cuando realizamos esto repetidamente de una forma consciente – dejar que el intelecto controle el proceso de creación de los pensamientos – nuestras tendencias más arraigadas de la personalidad empiezan a cambiar. El intelecto significa nuestro entendimiento y comprensión, la capacidad de análisis y discernimiento del alma.

La conciencia del alma es la llave para estar en control de lo que sucede en nuestra mente. Si creemos que nuestros pensamiento y sentimientos, incluyendo la conciencia que tenemos de nosotros mismos, son simplemente consecuencias de procesos cerebrales, significa que perdemos la llave. Cuanto más se atrape nuestra conciencia en la identidad física, más difícil nos será disciplinar nuestra mente.

En la meditación, cuando emergemos el entendimiento de que somos un alma y nuestro intelecto acepta y absorbe esta conciencia, podemos reconocer que los pensamientos son nuestra propia creación, y que tenemos la capacidad de elegir qué clase de pensamientos queremos crear. Nos damos cuenta de que nuestro estado natural de conciencia es el de ser amos de nuestra mente y empezamos a tomar las riendas y el control de lo que sucede en nuestro interior.

Para ilustrar este proceso, veamos un ejemplo de una situación en la que no tenemos mucho control: si nos hemos enfadado y nuestro cuerpo está en un estado de trastorno. Nuestra presión sanguínea sube, el corazón palpita velozmente, el sistema digestivo está agitado y los niveles de colesterol suben, junto a todas las hormonas de estrés que acompañan estas reacciones.

Además de todo eso, empezamos a sentir que se aproxima una ola de remordimiento. Hemos hecho esto antes suficientes veces como para conocer las repercusiones de nuestro comportamiento. Hemos estropeado relaciones y empeorado las situaciones a través del enfado y el malhumor. Hay pesar, culpabilidad y desesperación debido a nuestra falta de control, una crisis de confianza en el ser, y hay miedo acerca de nuestro futuro.

Afortunadamente, un rayo de luz puede atravesar con su brillo esta oscuridad. Eso sucede cuando, en un instante, recordamos y tomamos conciencia de que, de hecho, somos un alma. Incluso mientras estamos atrapados en la agitación de la situación, podemos usar nuestro intelecto para restablecer en nosotros, consciente y deliberadamente, la conciencia de ser un ser espiritual, un punto de energía brillando en el interior, detrás de los ojos. En ese momento somos capaces de acceder a la profunda base de paz interior. Sentimos y sabemos que somos paz. A medida que esta experiencia crece, penetra en todo nuestro sistema. La calma y la estabilidad se restablecen tanto en el cuerpo como en la mente.
 
 
Una nueva vision de los demas
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Una práctica sencilla pero llena de beneficio que podemos desarrollar es la de mirar a los demás de una forma nueva y diferente. Mirar a cada uno como un ser corporal con ciertas características físicas trae muchas distracciones a la mente. Hay distracción no sólo por la variedad de características físicas sino también por los estados de ánimo cambiantes, que a la vez nos hacen reaccionar.

Por ejemplo, puede que nos sintamos estables y en bienestar pero cuando vemos una cara de irritación o de ira esto causa que de forma repentina nuestro estado anímico se afecte, o simplemente puede que entre alguien en la habitación en la que estamos con ropas muy atractivas y somos atraídos a un nuevo tren de pensamientos acerca de su forma de vestir.


Las diferencias físicas, las características faciales y el humor de los demás, todos tienen un impacto sobre nosotros. Necesitamos un método muy poderoso para mantener nuestra propia estabilidad interna y nuestro estado de amor, paz y alegría.

Un método para protegernos de ser distraídos es mirar al centro de la frente de cada persona y “verla” como una entidad espiritual, como un diminuto punto de luz. Esto nos recuerda que nos hemos de relacionar con los demás al nivel más profundo de lo que realmente somos. No nos distraeremos y nuestro propio estado mental permanecerá estable. Les vemos como almas, como seres espirituales.

Un aspecto interesante, a medida que se desarrolla este método, es que nos volvemos más sensibles y conscientes de la individualidad espiritual y de las necesidades de los demás. Pero el principal resultado beneficioso es que permaneceremos estables y las relaciones se verán influenciadas favorablemente por nuestra estabilidad.

Es debido a la visión corriente basada en la “conciencia de cuerpo” que tenemos de los demás, que surgen tantos problemas en las relaciones. Cuando nos hacemos conscientes del ser espiritual que brilla en el centro de la frente de cada persona, nuestra visión influencia de forma constructiva las relaciones, generando armonía y una comunicación fácil y positiva.
 
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